Hay múltiples rutas por las cuales se puede ascender al pico, nuestra aventura comenzó en la cota mil, donde hay casi invisible una entrada, comun para los deportistas locales, por donde se sube una escalerita digna de un cuento de los grimm, con nuestros bolsos a cuestas caminamos la primera subida hasta una via de concreto por donde pasó un auto deseandonos buen viaje lejos de los motores que no fueran nuestros pies. Al poco tiempo de camino encontramos la estacion de inparques, o "guacharacalandia" como mas bien pareciera ser su nombre, ya que a nuestra llegada nos recibieron cientos de guacharacas mansitas quienes nos miraban curiosas en busca se algun pedazo de pan, ahi nos registramos y continuamos. En nuestro camino nos pasaron de ida y vuelta varios deportistas, algunos de avanzada edad, quienes con pasos ágiles mantenian su cuerpo haciendo del camino una rutina, recuerdo haberle dicho a uno de aproximadamente 70 años que nos paso de largo solo con un termo en la mano "señor cuando sea grande quiero ser como usted" a lo que el me respondio sonriendo "para eso tienes que nunca dejar de hacer esto, y bañarte en el agua del tanque, que es mágica" con esta premisa al llegar a El Tanque nos refrescamos mojandonos toda la cara, realmente el agua helada pareciera tener algo que recarga las baterias al inetante.
There's a lady who's sure all that glitters is gold And she's buying a stairway to heaven. |
Subimos por una via llamada "Las Banderas" la cual es la personificación de la canción "Stairway to heaven" debido a que es sumamente inclinada y algo dificil para los que se inician a conocer la via, pero al voltear, la vista es magnífica: Caracas en todo su esplendor, cada vez más lejos, cada vez más alto, como si subieramos unas escaleras al cielo. El camino entero, aunque largo, es una experiencia genial. La vegetación abundante y viva va cambiando a somera vista conforme aumenta la altura, los letreros que anuncian la llegada a los distintos lugares son reconfortantes, y ver hacia atrás como nos alejamos de la ciudad da una sensación increible de libertad.
Amor combina con aventura |
UPAAA |
Finalmente luego de unas horas y de habernos quedado sin agua, llegamos al pico, montamos nuestra carpa en un sitio al que llaman "el anfiteatro" donde parece mentira ¡pero caben un monton! Pusimos todas cerquita para hacer como nuestra mini comunidad, aunque allá arriba no hace falta ser muy exclusivo, ya que la mayoria de las personas son muy abiertas y amables, es como que otros aires los que se respiran, incluso se unio a nuestro grupo un montañista en sus dias de fiebruismo. Que absurdo cómo la ciudad nos ha hecho ver extraño a quienes son amables solo por serlo, sin alguna segunda intención, ¡como nos cuesta confiar!
Nuestro concurrido hogar sobre las nubes, nuestra apacible comunidad temporal |
Arriba la montaña nos trató con cariño. El cielo se pintó completamente azul con un sol que, a pesar de tenerlo más cerca que abajo en la ciudad, no sentimos el calor pegajoso, enmascarado dentro del clima frio y seco, razon que nos costó una buena insolada inexperta. Al mediodía nos reuniamos a comer, y como para este viaje procuramos cada quien su almuerzo el momento se convertía en un gran compartir de esos a los que no estamos acostumbrados, pero que endulzan el ambiente con la generosidad que el mundo nos ha hecho perder. En una de esas ocasiones Llevaron un pollo con champiñones enlatado que se veía como el mejor almuerzo aventurero del mundo, pero que al probarlo tenía textura de pescado y sabor de comida para perros, un fiasco que nos llevó una decepción pero un montón de risas.
Durante el día nos dimos a la tarea de ir a explorar los picos de alrededor, esas obras de arte de miles de años de evolución donde la brisa pega más duro, los caminos son rocosos con vegetación que consiste en gramíneas y árboles bajos. Una vez arriba es inevitable cerrar los ojos y respirar hondo como si el aire nos fuera a inflar toditos, y al abrirlos contemplar. La Caracas domada por la distancia te envolvía en una calma multicolor, con sus calles y casitas inofensivas extendiéndose a lo largo de las montañas, y allí, viendola de lejos, de este a oeste, provoca amarla más.
Para cantarte a ti puse al arpa Todas las cuerda de oro Para cantarte a ti mi garganta Recogió un ruiseñor |
Durante las noches el frío y la brisa hacían que no pudieramos sentir los deditos, buscando todos un refugio necesario dentro de la carpa, bajo las estrellas. Nuestra salvación esa noche fué una sopita de sobresito Maggi a la cual le echamos varios vegetales y para rematar, un huevo, quedó mejor que cualquier sopa servida en un restaurante francés, calentandonos el cuerpo y el alma.
Por ultimo en la mañanita antes de que saliera el sol, bajo el manto del frio que cala hasta los huesos salimos con pasos lentos a recorrer el camino hasta la cruz de Naiguatá, donde hay que ir por caminos pedregosos y subir a la roca final, hogar de la majestuosa cruz de aluminio que se alzaba etre nubes y colores que adornaban el firmamento mientras el sol se levantaba para darnos el buenos días más bonito que puede existir.
No puedo describirlo, hay que vivirlo |
Allí, con la cruz alzada sobre Caracas a la izquierda y La Guaira a la derecha, entre el azul del cielo y el azul del mar, entre la playa y la ciudad, como extendiéndose sobre el punto más alto del mundo, conmemorando la victoria de Jesús sobre la muerte, alzandose Dios sobre toda nuestra desordenada tierra, como esta cruz sobre la ciudad de la furia tuve la sensación de que la paz que se siente aquí arriba algún día volverá a sentirse abajo. Que nuestra fe nunca muera ya que nos queda historia, vivencia y trabajo, mientras que a Dios le confiamos los milagros.
Esperanza
Gala