Mientras trabaja sin ver, alza su voz ante los pedidos de los clientes, que se amontonan alrededor del puestico, pidiendo sin la mera existencia de una fila, dos de queso, una de carne, tres de cazón, cazón, cazón ¡SABROSO CAZÓN! famosa en los arededores por la sazón particular de éste guiso, ni desabrido ni salado, que prepara su propio esposo en casa todos los días, haciendo completo uno de los negocios familiares más autóctonos de la isla, donde se dice que el sabor del cazón es propio de cada persona, y es uno de los secretos que sólo se le revelan a los hijos que mantendrán futuramente el negocio. Entre risas y chalequeos la empanadera saca los pedidos, con su voz fuerte y mandando tanto a sus hermanas como a los clientes, sin distinción de sexo, raza o color, con esa personalidad de mujer venezolana, fuerte y característica, sin faltar, por supuesto, ese acento oriental que le agrega un toque de sabor.
- sisisi mijo aquí está, eran cinco, cómaselas rápido que se enfrian, ¡pero no ahorita vale, que están muy calientes!... Pero que se quema vale, échele una salsita. ¡Nicelia! ¡Sale una de pabellón!
y entre salsas que uno nunca sabe con certeza de qué son ni con qué están hechas, se fajan las señoras, entre camaradería con los clientes que se rien todos de sus ocurrencias, se pasan los frascos, y hacen que tu desayuno sea toda una comida familiar, con personas que ves por primera y probablemente por última vez en la vida. La esencia de la personalidad venezolana plasmada en una bolsita enchumbada de aceite, en un mordisco volcánico que suelta ese vaporón.
Tuve la osadía (y vaya que doy gracias por eso) de pedir la especialidad de la región: Empanada de pabellón margariteño, tan grande que debes agarrarla con las dos manos, "Más grande que una cachapa" dicen, y con toda la verdad del mundo, pero su tamaño no se compara con su sabor. ¡UFF! no se van a arrepentir de comersela, nisiquiera cuando tengan que comprar el alka-seltzer porque están demasiado llenos.
Por cierto, que sabroso es el cazón... ¿Quién puede pedir empanada de queso en la playa? Nunca he entendido eso...
- sisisi mijo aquí está, eran cinco, cómaselas rápido que se enfrian, ¡pero no ahorita vale, que están muy calientes!... Pero que se quema vale, échele una salsita. ¡Nicelia! ¡Sale una de pabellón!
y entre salsas que uno nunca sabe con certeza de qué son ni con qué están hechas, se fajan las señoras, entre camaradería con los clientes que se rien todos de sus ocurrencias, se pasan los frascos, y hacen que tu desayuno sea toda una comida familiar, con personas que ves por primera y probablemente por última vez en la vida. La esencia de la personalidad venezolana plasmada en una bolsita enchumbada de aceite, en un mordisco volcánico que suelta ese vaporón.
Tuve la osadía (y vaya que doy gracias por eso) de pedir la especialidad de la región: Empanada de pabellón margariteño, tan grande que debes agarrarla con las dos manos, "Más grande que una cachapa" dicen, y con toda la verdad del mundo, pero su tamaño no se compara con su sabor. ¡UFF! no se van a arrepentir de comersela, nisiquiera cuando tengan que comprar el alka-seltzer porque están demasiado llenos.
y para no perder el apetito, acompaña tu empanada con un juguito. |
Entre olores y sabores me enamoro más de ti
suspiro, sonrío, escucho, no dejo de sentirte en lo sencillo
eres parte de mí, y de tu esencia estoy hecho
no me lamento, te siento, te siento.
Por cierto, que sabroso es el cazón... ¿Quién puede pedir empanada de queso en la playa? Nunca he entendido eso...
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