sábado, 12 de septiembre de 2015

La Cordillera desde Naiguatá: Entre el mar y la montaña

Hay múltiples rutas por las cuales se puede ascender al pico, nuestra aventura comenzó en la cota mil, donde hay casi invisible una entrada, comun para los deportistas locales, por donde se sube una escalerita digna de un cuento de los grimm, con nuestros bolsos a cuestas caminamos la primera subida hasta una via de concreto por donde pasó un auto deseandonos buen viaje lejos de los motores que no fueran nuestros pies. Al poco tiempo de camino encontramos la estacion de inparques, o "guacharacalandia" como mas bien pareciera ser su nombre, ya que a nuestra llegada nos recibieron cientos de guacharacas mansitas quienes nos miraban curiosas en busca se algun pedazo de pan, ahi nos registramos y continuamos. En nuestro camino nos pasaron de ida y vuelta varios deportistas, algunos de avanzada edad, quienes con pasos ágiles mantenian su cuerpo haciendo del camino una rutina, recuerdo haberle dicho a uno de aproximadamente 70 años que nos paso de largo solo con un termo en la mano "señor cuando sea grande quiero ser como usted" a lo que el me respondio sonriendo "para eso tienes que nunca dejar de hacer esto, y bañarte en el agua del tanque, que es mágica" con esta premisa al llegar a El Tanque nos refrescamos mojandonos toda la cara, realmente el agua helada pareciera tener algo que recarga las baterias al inetante.

There's a lady who's sure all that glitters is gold 
And she's buying a stairway to heaven.
Subimos por una via llamada "Las Banderas" la cual es la personificación de la canción "Stairway to heaven" debido a que es sumamente inclinada y algo dificil para los que se inician a conocer la via, pero al voltear, la vista es magnífica: Caracas en todo su esplendor, cada vez más lejos, cada vez más alto, como si subieramos unas escaleras al cielo. El camino entero, aunque largo, es una experiencia genial. La vegetación abundante y viva va cambiando a somera vista conforme aumenta la altura, los letreros que anuncian la llegada a los distintos lugares son reconfortantes, y ver hacia atrás como nos alejamos de la ciudad da una sensación increible de libertad. 

Amor combina con aventura
UPAAA

Finalmente luego de unas horas y de habernos quedado sin agua, llegamos al pico, montamos nuestra carpa en un sitio al que llaman "el anfiteatro" donde parece mentira ¡pero caben un monton! Pusimos todas cerquita para hacer como nuestra mini comunidad, aunque allá arriba no hace falta ser muy exclusivo, ya que la mayoria de las personas son muy abiertas y amables, es como que otros aires los que se respiran, incluso se unio a nuestro grupo un montañista en sus dias de fiebruismo. Que absurdo cómo la ciudad nos ha hecho ver extraño a quienes son amables solo por serlo, sin alguna segunda intención, ¡como nos cuesta confiar! 

Nuestro concurrido hogar sobre las nubes, nuestra apacible comunidad temporal

Arriba la montaña nos trató con cariño. El cielo se pintó completamente azul con un sol que, a pesar de tenerlo más cerca que abajo en la ciudad, no sentimos el calor pegajoso, enmascarado dentro del clima frio y seco, razon que nos costó una buena insolada inexperta. Al mediodía nos reuniamos a comer, y como para este viaje procuramos cada quien su almuerzo el momento se convertía en un gran compartir de esos a los que no estamos acostumbrados, pero que endulzan el ambiente con la generosidad que el mundo nos ha hecho perder. En una de esas ocasiones Llevaron un pollo con champiñones enlatado que se veía como el mejor almuerzo aventurero del mundo, pero que al probarlo tenía textura de pescado y sabor de comida para perros, un fiasco que nos llevó una decepción pero un montón de risas.

Durante el día nos dimos a la tarea de ir a explorar los picos de alrededor, esas obras de arte de miles de años de evolución donde la brisa pega más duro, los caminos son rocosos con vegetación que consiste en gramíneas y árboles bajos. Una vez arriba es inevitable cerrar los ojos y respirar hondo como si el aire nos fuera a inflar toditos, y al abrirlos contemplar. La Caracas domada por la distancia te envolvía en una calma multicolor, con sus calles y casitas inofensivas extendiéndose a lo largo de las montañas, y allí, viendola de lejos, de este a oeste, provoca amarla más.

Para cantarte a ti puse al arpa 
Todas las cuerda de oro 
Para cantarte a ti mi garganta 
Recogió un ruiseñor 
Durante las noches el frío y la brisa hacían que no pudieramos sentir los deditos, buscando todos un refugio necesario dentro de la carpa, bajo las estrellas. Nuestra salvación esa noche fué una sopita de sobresito Maggi a la cual le echamos varios vegetales y para rematar, un huevo, quedó mejor que cualquier sopa servida en un restaurante francés, calentandonos el cuerpo y el alma.

Por ultimo en la mañanita antes de que saliera el sol, bajo el manto del frio que cala hasta los huesos salimos con pasos lentos a recorrer el camino hasta la cruz de Naiguatá, donde hay que ir por caminos pedregosos y subir a la roca final, hogar de la majestuosa cruz de aluminio que se alzaba etre nubes y colores que adornaban el firmamento mientras el sol se levantaba para darnos el buenos días más bonito que puede existir.

No puedo describirlo, hay que vivirlo
Allí, con la cruz alzada sobre Caracas a la izquierda y La Guaira a la derecha, entre el azul del cielo y el azul del mar, entre la playa y la ciudad, como extendiéndose sobre el punto más alto del mundo, conmemorando la victoria de Jesús sobre la muerte, alzandose Dios sobre toda nuestra desordenada tierra, como esta cruz sobre la ciudad de la furia tuve la sensación de que la paz que se siente aquí arriba algún día volverá a sentirse abajo. Que nuestra fe nunca muera ya que nos queda historia, vivencia y trabajo, mientras que a Dios le confiamos los milagros.

Esperanza

Gala


miércoles, 3 de junio de 2015

El llano desde el río, un hogar lejos de casa.

"Todo este campo es mío, mío 
el arco iris baja 

la tarde de musica 

la lluvia de cantaros 

y una garcita plumarosa"

Hay algo de lo que nunca he escrito, realmente no se por qué, ya que es una de mis principales fuentes de inspiración y un sitio al que se que puedo llamar mi hogar.
Una buena parte de mi infancia transcurrió entre dunas de arena hirviendo que se fundian en un río de agua no tan fria y no tan cálida donde pasabamos horas y sólo salíamos para comer (a veces) ¿Cómo no sentirte parte de un sitio tan hermoso?

Hablo nada más y nada menos que de río Cinaruco, en el bajo apure, un sitio que hoy en día es conocido por ser un destino aclamado por los jóvenes con carros rústicos, cerveza y equipos de sonido lo suficientemente grandes, pero asi no es mi casa. Desde que tengo uso de razón recuerdo a mi rio como un sitio apacible donde sólo se oye la respiración de las toninas y las aves pescando, y así es como lo hemos tratado de mantener siempre, imaginándolo como lo era hace unos años, un territorio casi completamente virgen. Desde mi hogar en Aragua agarramos hacia guárico, pasando por los morros que siempre me han parecido nidos de termitas gigantes, recorriendo el estado de punta a punta llegando a los Esteros de Camaguán, cruzando el apure entramos en ese estado de atardeceres, pasando por pueblos llenos de casitas que exiben productos de lo más curiosos, como carne de chiguire salado guindado de ganchos en los techos, brebajes que contienen todo tipo de plantas y que prometen curar desde los dolores menstruales hasta el mal de chagas, catalinas de papelón y arequipe de búfala, todo bajo árboles que cubren a los llaneros del ardiente sol que se despliega sin obstáculos sobre el manto azul del cielo, ya que no hay ni una montaña que le impida el paso. 

"Aquí me quedo contigo, aunque me vaya muy lejos"


Entre Lagunas donde descansan búfalas con pajaritos en sus lomos llegamos al camino de tierra que lleva a Las Galeras de Cinaruco, en el parque nacional Santos Luzardo, que hace honor a aquel personaje tan querido salido de la mente soñadora de Rómulo Gallegos (quienes me conocen saben que es mi escritor favorito) son las únicas formaciones "montañosas" que hay en esos lugares, son una especie de lomas graníticas que geológicamente forman parte de la Guayana venezolana y donde se pueden encontrar, si se buscan bien, petroglifos tallados por antiguos habitantes indígenas de la zona.

Entre la sabana infinita surge un campamento sencillo llamado "El Porvenir" atendido desde hace muchos años por el señor Daniel, colombiano de nacimiento que después de tanto tiempo conservaba su acento vecino combinado con coloquialismos llaneros, ahí dejamos nuestros carros y en lanchas llevamos todo hasta una isla que Daniel muy cariñosamente ha llamado "Isla de Maria Margarita" en honor a mi madre, que no deja que nadie asiente campamento allí cuando estamos, para que no perturben la paz de esa zona. Armamos un campamento que consiste en una cocina general, varias carpas, y en lo que a nosotros respecta, un "toldo de chinchorros" diseñado por mi mamá, donde caben guindados cómodamente nuestros 4 chinchorros.
Nuestro hogar temporal, con una silla donde nos sentamos todas las mañanas a ver el amanecer

Muchos no se imaginarían el contraste de colores y ambientes que guarda el río, el cual emerge entre miles de morichales y guayabitos, recorriendo un camino zigzageante que deja ver playas de arena rosada marcadas con pisadas de alcaravanes y guanaguanares fluviales, bajos donde hay que pisar arrastrando los pies (REGLA NUMERO UNO DEL RIO) cuidando que alguna raya enterrada no vaya a clavar su aguijón venenoso, bosquecitos en cuya sombra descansan las babas, laberintos de agua que entran a lagunas escondidas donde las toninas de vez en cuando salen con su respiración

sonora a observar qué visitante ha llegado a su hogar, y más importante, si este trae algún pescado el cual puedan robarse. En fin, el llano es un reververo de vida, lleno de constante movimiento y sonidos discretos. Por lo general a nuestros viajes llaneros nos llevamos bote de motor y Kayaks, y sin duda una de las cosas más inspiradoras es dejar de remar y simplemente escuchar la vida a tu alrededor, sentirla, sentirte parte de ella.

Laberintos de verdor y vida

El fin principal de estos viajes desde que soy pequeña es la pesca. Mi mamá es lo que yo llamo una "fiebrua integral" ya que ama tanto este deporte que no solo tiene un amplio conocimiento acerca de cañas, carretes y señuelos, sino que hace sus propias plumas, plomos pintados con caras de pescaditos que cual caballo de troya hacemos nadar inocentemente esperando la mordida de algún pez. En el rio hay una gran variedad de peces: Caribes con sus dientes afilados, bagres bigotudos, guabinas prehistóricas, pero el más deseado de todos es el colorido pavón, cuya pelea es la más buscada y su carne es la más versátil para cocinar, hemos hecho desde nuggets de pavón hasta estilo Thai con leche de coco, ¡y todos quedan extraordinariamente buenos!


Pescar no es solo lanzar sin quedarte enredado en algun arbol y esperar a que el pescado muerda el señuelo, para mi es una experiencia que va mucho más allá, es envolverte algo mucho más grande, lanzar, recoger, esperar, respirar, sentir y ser. Luego de horas de remar en esas aguas que nunca han visto más olas que las de los botes y bongos que pasan a toda velocidad, no hay nada mejor que pararte en una playa y recostarte en el bajo, limbo entre agua y arena, para terminar de fundirte con el paisaje. Es increible como nada más hace falta estando allí, sin teléfonos, sin multitudes, sin carros, sin preocupaciones. A veces me pregunto ¿Es necesario regresar a sitios como este para apreciar y disfrutar realmente la vida? yo pienso que si, personalmente creo que a veces necesitamos reencontrarnos cara a cara con el primer regalo que Dios nos dio (después de la vida, claro), con nuestra primera casa, con nuestro lado salvaje que no requiere de tanto para sentirse vivo, solo descubrir que lo está y descubrir su alrededor.



Hablaré de varias microhistorias de mi rio querido, para vivirlo mejor, con más detalle y más de cerquita.

Nunca dejen de SENTIR.

Gala

domingo, 22 de marzo de 2015

Perú desde Caracas: Un mercadito con maíces morados.

Tan negritos que son morados
Perú es un país que se encuentra al oeste de Suramérica limitando con Ecuador, Colombia, Brasil, Bolivia y Chile, total que ni cerca está de este país que se escribe con V chiquita, pero como dice uno de mis cantantes favoritos Jorge Drexler: "Todos somos de todos lados" y quienes por una u otra razón tienen que dejar la tierra que los vió nacer no pueden evitar llevarse consigo algo de esa esencia que no se puede tocar, guardadita en el corazón. Es esa esencia la que le da un colorido particular a los domingos de Caracas desde las 8:00am hasta las 4:00pm, en Quebrada Honda por la plaza Amador Bendayan, allí cerquita del teatro frente al Sistema de Orquestas la acera se llena de color y música.

El lienzo culinario


¿sed?
Toldos varios donde destacan los colores rojo y blanco ofrecen un pedazo del perú expresada en varias formas, como CDs de música tradicional (En un momento dado tratamos de bailar a su ritmo sin éxito alguno más que un par de carcajadas). Por todos lados encontrabas bolsitas de yute arruchadas que exhibian granos varios, harinas, quinoa, y el más emblemático de todos como para dar el toque maestro a la pintura que hacía la escena: El maíz morado. Sí, resulta ser naturalmente morado, y es una parte super importante de la gastronomía peruana, ya que con él se hacen incluso postres, y la bebida más autóctona de todas: ¡La chicha morada! Por todos lados podias ver gente vendiendo las botellitas llenas de ese líquido que a simple vista parece refresco de uva, y que no vayan a pensar es como la chicha de acá, espesa y densa, no no no, es completamente líquida y refrescante, dulce y con una esencia a especias, sobretodo a clavos, que se queda un ratito en la boca, es de lo más curiosa y agradable. 
Un agua coleada, transparente entre tanto color. La mejor forma de refrescar el día

Encontramos además miles de prodúctos que podria considerar rarísimos, como líquidos que prometían quitar todos los males, unguentos, cucherias extranjeras, recetas para los platos tradicionales y hasta algunos tabúes como la hoja de coca, la cual se toma en te o se "masca" a modo de estimulante. 







Perú con todo
Como nos agarró el mediodía decidimos matar el hambre al mejor estilo peruano. Bajo toldos que daban a todo una tonalidad roja (La bandera de Perú) varios personajes exhibian con orgullo los platos que tenían para ofrecer más allá del famoso ceviche. Decidimos pedir un "Perú con todo" el cual era una bandejita medio inmensa con varias comidas tradicionales (que no incluían ceviche ni maíz inflado) El plato consistia en: Lomito salteado, Causa peruana (Estómago), pollo con salsa de pan, pollo asado, arróz verde y arróz blanco. Comimos con gusto pasandolo con chicha morada. Estaba rico menos la causa, no nos gustó para nada, ¡pero si tienen agallas y curiosidad no dejen de probarla! tiene una textura interesante y un sabor realmente inolvidable, aunque de todo sinceramente me quedo con mi tradicional ceviche. Para rematar terminamos nuestro almuerzo comiendonos unos heladitos, pero no de cualquier tipo, ¡De chicha morada! fué mi cosa favorita en todo el día, casi que me como tres de una sentada, también probamos el de "Lúcuma" que es una fruta peruana la cual nada más se come en helado, sabe a un mantecado super dulce".


Lúcuma, chicha morada y "Maracuyá" para decirlo más exótico

Sentados en las escaleras frente a la iglesia descansamos la barriguita viendo el vaivén de gente con un fondo musical de flautas extranjeras, esos bellos pedacitos de otro país en el mio me dieron una leve nostalgia. ¿Cuántos pedacitos de Venezuela no están esparcidos por el mundo? ¿Cuántos corazones llenos de tricolor se han tenido que marchar, llevandose un poco de lo que somos para darle color a otros lugares, o simplemente para no sentirse tan solos? Quizás algun día me toque, y a pesar de que dicen que "todos somos de todos lados" no se puede negar de donde se es.

Viajar al extranjero sin moverse de país.

Perú no es solo un pedazo de tierra, Perú también es su gente.

Y nosotros, nunca dejemos de ser Venezuela.

Gala


lunes, 16 de marzo de 2015

Aragua desde el aire: Por el cerro hasta Las Cocuizas

Los que vivimos en Maracay sabemos lo famosa que es la más transitada ruta del Henri Pittier, un camino que es conocido tanto por deportistas entregados, como por personas que sólo tienen las ansias de ver a la ciudad de lejitos. Hablo nada más y nada menos que del llamado "Cerro del Hotel Maracay", nombrado así por encontrarse su entrada principal frente al árbol mágico (Ficus benghalensis para ponerlo más realista) uno de los más emblematicos del estado, aunque originario de La India, siendo ironicamente un turista traido de tierras lejanas justamente quien represente con tal solemnidad al hotel que lleva por nombre la ciudad. Todas las tardes y mediodías pueden verse rios de gente haciendo el recorrido cuanto el corazón lo pida y las piernas lo aguanten, siendo el final común la llegada al llamado "Container" (si, es un container allá arriba, lleno de grafittis de nombres propios, sobrenombres, y promesas de amor eterno) viendo la ciudad a lo lejos desde 1.173 m.s.n.m y luego de un recorrido de 4.618mt, sin duda es agradable, hay quienes alegan que subirlo todos los días te hara vivir 100 años, y puedes agregarle una sazón frutal a las piernas cansadas tomandote un juguito abajo, o comprando en el mecadito de La Colonia Tovar que se pone a sus faldas todos los domingos en la mañana.


Para vivir 100 años, pero dan ganas de vivir 1000 si se ve con calma y vértigo al mismo tiempo.

 Nada de esto nos es ajeno a los Maracayeros, quizás hasta parte de una rutina, pero ¿quién dijo que no podíamos tener aventuras en el patio de nuestra propia casa? Luego del Container se ve un caminito trillado que se pierde entre las montañas serpenteantes que siempre me dió curiosidad, "Ese lleva a las Cocuizas" Decian por ahí, y cargados con una meriendita y suficiente (o no tan suficiente) agua, mi compañero de aventuras y yo decidimos ir a nuestra mini-expedición por la casa de nuestro vecino el Parque Nacional. La ruta está bien marcada, es prácticamente imposible perderse. Un señor blanquísimo con un sombrero de alas muy simpático nos señaló el camino diciendonos que necesitaríamos llevar bastante agua, cosa que ya me habian advertido, a lo que confiadamente respondimos afirmativamente y emprendimos nuestra ruta. 


Voy siguiendo la brúluja que llevo dentro, y la trilla en el camino.
A un lado se observa una planicie donde se puede acampar

El camino al principio tiene subidas y bajadas, no tan empinadas como para cansarte, llevando a lomitas desde donde se puede suspirar como Dios manda y desde donde se ve a la ciudad miniatura al lado del inmenso lago de Valencia, como algo tan ajeno, el caos se ve frágil y pequeño, me sorprendió la nube marrón de fog que se extendía densa sobre mi hogar allá abajo, como un enemigo invisible listo para caer sobre nosotros, incluso me conmovió un poco ver la belleza de nuestro valle siendo tan irrespetada y me imaginé (como suelo hacer, una maña) cómo habría sido esto hace 100, 200 o 314 años ¿Qué Árboles habrian cubierto las calles de El Limón? ¿Cuántas rutas de venados o indios Tacariguas no habré pisado? ¿Cuántas reliquias precolombinas siguen escondidas en las orillas del lago, bajo casas o ranchos? ¿Cuán puro habría sido el aire?


A lo lejos una sutil linea separa el aire que tenemos del aire que queremos.
Culpa mia, culpa nuestra.

 Luego de las colinas la ruta del container se pierde y el camino es más recto, incluso en algunas áreas hay sitios donde si gustas, se puede instalar fácilmente un campamento para quienes quieren iniciarse poco a poco en el mundo de la aventura. Luego de un rato se ve a lo lejos un letrerito de madera similar al que está el El Container, el cual aportó la unica sombra donde nos guardamos en todo el camino, ya que la vegetación del cerro consiste en monte bajo, bromelias y árboles escuálidos de pocas hojas, todo seco y bajo un bellisimo y calurisísimo sol de verano. Fué en este anuncio donde nos dimos cuenta de que, efectivamente, no habíamos llevado agua suficiente, pero eso no nos quitó los ánimos (Tampoco la sed, pero no era mal de morir). En ese punto se encuentra una encrucijada, a la izquierda sigue un camino por la montaña que termina en un camino ciego, como un mirador, y a la derecha sigue hacia Las Cocuizas. 


La única sombra en el camino
Tomamos el de la derecha y continuamos en un paisaje similar, pero a la izquierda se asomaba bordeando la montaña la carretera de Choroní, y vimos como en un juego de maquinitas a los autobuses dueños de la via ir a toda velocidad, y los carros de tamaño de hormiguitas detenerse ante su imponencia en las curvas. Se continúa hasta llegar a un camino más ancho claramente hecho por una máquina donde en un recorrido de vueltas y vueltas va bajando hasta que se siente la humedad de la vegetación boscosa, comienzas a oir un rumor de agua y a ver las Mariposas. Llegamos al rio donde nos lavamos la cara y tuvimos que tener una voluntad de oro para no dar tragos enormes de esa agua helada y probablemente contaminada. Al llegar al riachuelo se agarra a la derecha (muy importante porque a la izquierda se va a una comunidad no muy segura), Pasamos hacia el otro lado por una parte más llana y llegamos finalmente a nuestro destino. El parque está bien mantenido, el ambiente es increiblemente agradable, hay unos carritos donde comprar agua y chucherias. 


Parque Las Cocuizas.
 ¡La humedad del bosque cónsona con el canto del rio!

Habíamos tardado 4h30min aproximadamente en completar la ruta. Luego de tomarnos 1,5L entre dos personas en menos de 3 minutos nos dimos el gusto de quedarnos con los piecitos dentro del rio, riendonos con unos niños juguetones y temblorosos que cazaban renacuajos (labor en la cual los ayudamos), y disfrutando de ese cansancio que trae la mezcla del ejercicio, el conocer lugares nuevos y el vivirlo con quien comparte tus pasiones.


La carretera a las faldas del cerro, como un hormiguero de carros en miniatura
¿Quizás la próxima aventura?
No es necesario viajar muy lejos para conocer y descubrir, probablemente hayan detalles que nunca veamos asi esten en la punta de nuestra nariz. ¿No es emocionante?

¡Nunca dejemos de sorprendernos!

Gala

martes, 27 de enero de 2015

El llano desde el caballo: Uno con la sabana

Comenté previamente una ligera sinópsis de lo que fué mi viaje al Hato El Cedral, experiencia que en su totalidad me dejó gratamente sorprendida, sin embargo quise guardar una pequeña parte de esos días para escribirla en un post aparte ya que fué una experiencia que me mostró otra cara del llano, una más pura y autóctona, que a pesar de lo globalizado que está el mundo, sigue teniendo esa vigencia de la que cantan muchos copleros aún hoy en día: cabalgar la Sabana.
El hato ofrece varios planes, entre ellos está dar un paseo a caballo por un pedacito de sus miles de hectáreas. Ese olor áspero de la tierra con el aroma suave y crudo de los caballos es una mezcla que recuerda tanto a mi infancia como la canción "Apure en un viaje", siendo hija de veterinarios (uno especializado en equinos) aficionados al team penning (competencia en la cual un equipo de jinetes tiene que encerrar a cierto número de becerros entre un montón de ellos dentro de un corralito en el menor tiempo posible) mi infancia transcurrió bastante entre caballos sudorosos con sus ojos dulces, botas, tierra, sombreros, cerveza y cuero, por lo que montar a caballo no era algo para nada ajeno a mi, sin embargo llevaba ya bastante tiempo sin practicarlo y el pensar en hacerlo de nuevo me encendió una chispita de emoción en el pecho. Daniela, una amiga con quien fuí al viaje, y yo llegamos al corral, donde nos esperaba un viejo llanero comeaños de pura cepa con su sombrero de cuero, Jesús se llamaba, hablando con ese cantao del llano que corta de 5 palabras, 5 y media, de las cuales la mitad no se oyen jamás en las regiones centrales del país, además con esa personalidad "regia" que portan los hombres en esos lugares, me encanta la gente tan autóctona. Luego de preguntarnos si teníamos experiencia nos asignó los caballos, el mio era uno moro que se llamaba "Barrilito" mientras que el de Daniela tenía tocayas por todo el hato, se llamaba "Garza Morena". Después de presentarme con unas caricias y palmaditas en el cuello montamos y arrancamos. Con nosotros iba también un señor turista con ínfulas de coleador, quien pidió el caballo más bravo y comenzó a correrlo apenas salimos, haciendo caso omiso a las advertencias del llanero Jesús, mantengan en su mente a este señor a quien llamaban "Samy" que después les voy a echar un cuentico de él.



Salimos. Si el llano les parece bello, no van a tener palabras para describirlo si lo cabalgan. La sabana nos recibió con su infinita vida, vida en el suelo, vida en el aire, nosotros vivos, vivísimos, sobre nuestro compañero y cómplice que tomaba estas tierras por hogar. Cabalgamos horas sintiendonos uno con el horizonte, es cómico como se avivan los sentidos y cambia la perspectiva cuando te sientes realmente dentro de un sitio, casi podíamos tocar las coro coras en vuelo, nos mojamos los pies al pasar por el caño donde los caballos se pararon a tomar agua, incluso vimos en un caño más hondo cómo desaparecía entre la bora un pobre patito que fué devorado por una baba gigante (no fué tan dramático como suena, ¡realmente el pobre patito desapareció en un segundo! Nos sentimos dentro de una pintura, cambiando sus tonalidades conforme se acercaba la tarde, desapareciendo el sol inclemente y apareciendo una agradable brisa de esas que avisan que la noche no está lejos. Sobre las sillas de todos habían unas mantas, que Jesús nos advirtió que no perdieramos por nada del mundo.

-"jesa es pa' cuando a uno le agarra la noche por la sabana, o pa' cuando la ribazón arrecia, no se le vaya a caer mija, que están caras y no quiero después andar pasando frio" respondió el llanero cuando le pregunté para qué eran. Me imaginé las aventuras del señor Jesús, arreando ganado por días mientras le canta al infinito (porque le oimos cantar algunas suaves coplas como para sus adentros), durmiendo bajo los árboles frente a los caños, cuidándose de algún ánima por ahí. Autóctono y  digno de la pluma eterna de Rómulo Gallegos.



Emprendimos el regreso trotandito por los caminos más transitados, la trilla de los camioncitos, y los caballos comenzaron a agitarse cuanto más nos acercabamos a la querencia, lo cual siempre sucede, situación de la cual se aprovechó nuestro amigo "Samy" para darle rienda suelta a su caballo y sentirse el más reacio del llano, pobre señor citadino, al parecer no le habían dicho que cuando un caballo se desboca no hay quien lo pare, y en unos segundos pudimos ver realizada la advertencia del llanero Jesús al principio, cuando casi en cámara lenta el señor salió volando por los aires, aterrizando sobre su brazo, y sus minutos gloriosos como dueño del llano terminanron con una fractura de húmero.

Nunca deseches el consejo de un sabio anciano llanero.

Gala

sábado, 3 de enero de 2015

El llano desde El Cedral: Tierra de atardeceres.

"Me marcho por el Samán, Mantecal y La Estacada, 
por Bruzual y San Vicente y Quintero inolvidable, 
Palmarito y Guasdualito por Elorza y El Amparo, 
Puerto Páez, La Trinidad, saludo al Capanaparo, 
El Yagual y Guasimal, son vecinos de Guachara..."


Todos tenemos esa canción que nos transporta directo a aquellos viajes familiares tan particulares que marcaron nuestra niñez con risas y miradas largas por la ventana, viendo el paisaje cambiar y los árboles pasar. "Apure en un viaje" es eso para mi, y es que El Llano ayudó a formar mi carácter inquieto y mi mente soñadora desde pequeña. Acostumbrados a viajes donde un chinchorro y una caña de pescar son los implementos más importantes del equipaje, no sabía qué esperar cuando me dijeron que íbamos al famoso Hato El Cedral, emblemático destino ecoturístico.




Chiguire vigilando la sabana, chiriguire (El ave) sacando garrapatas
 Ubicado en Troncal, hay que tomar la vía de Elorza, en el estado Apure, la cual no solemos agarrar en nuestros viajes anuales (o bi o tri anuales) al llano. Ver pasar los letreros que anunciaban la mayoría de los pueblos que entonaban la canción fué maravilloso, como reavivar una vana ilusión infantil sin objetivo alguno. La vía esta bastante bien, asi que realmente cualquier tipo de carro puede completar el recorrido sin dejar los cuatro cauchos en el intento. Llegamos a una entrada militarizada (Dado que el hato fué expropiado unos años atrás, lo cual disminuía mis espectativas del viaje) donde anotamos nuestros nombres frente a la mirada constante del expresidente de la república, pintada en numerosas paredes de la propiedad. Metros después de arrancar la cosa cambia totalmente, el camino abarrotado de chiguires mansos, taciturnos a la sombra de los árboles con sus crias tan absurdamente tiernas de a miles como abreboca del viaje tan inesperadamente bello que viviríamos. Se llega a un campamento de lo más lindo, con varias cabañas cómodamente acomodadas, en un área llena de vida, rodeada de árboles que eran constantemente visitados por garzas, guacamayas e incluso por rojizos araguatos que con sus miradas orgullosas, casi humanas, nos veían como quien está acostumbrado a ver extraños pasar por su casa. No sólo en las copas había movimiento, en el suelo varios Tautacos y patos Carreteros confianzudos (Siempre emparejados) buscaban uno que otro bichito en la grama. El clima durante todos los días consistió en un cielo azul y despejado, aire fresco y seco para ser el llano, en definitiva diciembre es el mejor mes si quieren disfrutar al máximo de esa hermosa región.

Mono araguato, como quien no quiere la cosa


 Dos paseos diarios estaban incluídos, oportunidades perfectas para captar con una cámara la inmensa biodiversidad sabanera. Nuestro guía era un llanero con acento cantao y ojos aguarapaos, nacido en Elorza (A donde todos los 19 de marzo la gente se viste de fiesta), paraba la camioneta donde nos transpotabamos cada vez que quisieramos bajarnos para tomar alguna foto desde el suelo. Por una de las rutas que tomamos, entre el polvero y los chiguires emergía la sabana de un lado, y el estero, tan inmenso como un mar, con ilusiones de tierra ya que su superficie estaba casi totalmente cubierta por una densa Bora (a cuya flor le mientan "Viajera del rio"), del otro, mostrando las dos caras del llano. 
"La quise tocar, la quise abrazar, quise amarla como a ti" - Viajera del río

Las aves adornaban con su andar particular la sabana. Manadas de patos Guire se acompañaban siempre de una corocora roja, que como un punto incandescente alumbraba entre tanto marrón, las garzas blancas y garzas morenas elevaban su vuelo agraciado, olvidandose de conflictos raciales y esos temas que nosotros los humanos nos empeñamos en darles tanta importancia. Chiriguires hacían un gracioso espectáculo al montarse sobre los lomos de los chiguires, quienes se recostaban relajadamente para que les sacaran las garrapatas. Todo el llano nos mostraba su cotidianidad, bella
El sueño llanero de Mandela, corocora roja y zamurita
hasta en el más mínimo aspecto. Por el agua abundaban las babas, que con sus ojos de candil (Como ánimas fantasmales si se les alumbra de noche, mostrando dos puntos rojos mirando fijamente) nos veían indirectamente mientras reposaban al sol, unas más grandes, otras tan pequeñas que provocaba adoptarlas, ponerles un nombre y abrazarlas, claro, ninguna tan grande como el caimán (con más cachos que un venao y más dientes que 20 babas) quien haciendo galas de las características en común con sus antepasados, le da a uno la impresión de encontrarse cara a cara con una bestia prehistórica. Incluso llegamos a encontrarnos en el camino con una señorita que hizo que a muchos se les erizara la piel, la muy coqueta Eunectes murinus, conocida coloquialmente como Anaconda, quien estaba con una parte de su cuerpo abombada revelando que había tenido un buen almuerzo a base de tortuga o pato, tan lisa, tan bella, y a la vez tan pútrida, que olor tan terrible el que emanaba de su cuerpo coloreado.

Esa muchachita, tan brava y tan bonita (Así les gustan, eso dicen)


Paternidad
¡Tantos años conociendo el llano, y tantos detalles en los que nunca me había fijado! ciertamente muchas veces no vemos más allá de lo que está frente a nuestras narices, o no nos tomamos el tiempo para observar realmente lo que nos parece cotidiano. ¡A veces el sólo hecho de disfrutar un momento común puede cambiarte la perspectiva completamente de lo que llevabas años viendo! Pudimos ver a un Martín pescador con una presa en el pico dársela a un ejemplar más joven, asumimos que su hijo, para que éste le pegara golpecitos contra el sitio donde se hallaba parado, y luego se lo tragara, aprendiendo el arte de comer pescado ¿cuántos martines pescadores que vi antes en el río habrán pescado para enseñarle a sus hijos?




Creo que una de las cosas más mágicas del hato fué el atardecer, y con eso no me refiero sólo a la puesta de sol, sino a todo lo que involucraba esa hora: El cielo multicolor innundado de aves que volaban de a miles hacia sus camas, reagrupandose cada cual con su igual, ese cambio de temperatura sutil, el cambio en la brisa, a esa hora las coplas se vuelven melancólicas, y como la tapa del frasco el lienzo celeste con su esfera inmensa, bajando rápidamente para que el azul se vuelva naranja, morado, verde y amarillo. Realmente Dios ideó todo tan perfecto que podemos tener un espectáculo artístico hermoso todos los días de nuestra vida, para poder terminar nuestra pesada jornada con un suspiro al ocultarse el sol.


¿Cómo no quieres que sueñe con el sol de los venaos?


Nunca, nunca, pero nunca dejemos de sorprendernos.

(Y eso que no les conté de las estrellas)

Gala